El ajardinamiento de una cubierta siempre crea un beneficio directo sobre las personas que viven en el edificio donde se encuentre. La limpieza del aire es un trabajo que las plantas hacen por nosotros, dejando un aire más limpio que incide de una forma directa sobre nuestra salud.

La naturaleza nos da el mejor aislamiento que existe y si este es combinado con materiales adecuados, conseguiremos un ahorro energético muy considerable, ya que reduciremos en gastos de aire acondicionado en verano y de calefacción en invierno al mantener constante los valores térmicos interiores.

Las cubiertas vegetales son sistemas que van a retener el agua que necesiten para su subsistencia y qué mejor que aprovechar ese agua que las cubiertas convencionales desalojan sin provecho para nadie. Una vez saturado el sistema, si las precipitaciones continúan, el sistema está preparado para evacuar el agua sobrante y aliviar así la carga, ahorrando en costes de agua y ayudando a una gestión más eficaz del sistema hídrico.

Gracias al ajardinamiento de las cubiertas, encontramos un espacio aprovechable que por lo general se consideraba no utilizable. Este espacio que ya hemos pagado en la construcción del edificio, se habilita para ser una zona de ocio, aprovechando así todos los beneficios que un jardín aporta.

La creación de espacios verdes es una de las formas de luchar contra el cambio climático, especialmente en los espacios comprometidos como son los centros de ciudades, pero también en zonas menos pobladas, donde la vegetación de una cubierta puede trabajar en un entorno hostil, limpiando el aire y haciendolo más saludable al reducir la contaminación.